Pase de mi este cáliz...

 

A Jesús, como Hombre que es, no quería el sufrimiento por el sufrimiento. Aceptaba la voluntad de su Padre Dios porque con su Pasión iba a traer la Redención a los hombres. Pero su naturaleza humana se resistía al sufrimiento que se avecinaba. 

Atormenta al Señor el conocimiento de los inmensos dolores dela Pasión, el tener que soportar el peso de todos los pecados del género humano, la infidelidad del pueblo escogido y el escándalo de sus discípulos. Cuando va a buscar consuelo y apoyo en sus discípulos..., los encuentra dormidos.

A pesar de ello, Jesús termina su oración con estas palabras: "... pero no se haga mi voluntad sino la tuya".

 

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