¡Señor mío y Dios mío!

Cuando Tomás ve las señales que demuestran que Jesús ha resucitado exclama lleno de admiración y adorando al Señor: ¡Señor mío y Dios mío!

La repuesta del apóstol no es una simple exclamación, es una afirmación: un maravillosos acto de fe en la Divinidad de Jesucristo. Estas palabras constituyen una oración que han repetido con frecuencia los cristianos, especialmente como acto de fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

Es el primer acto de fe en la Divinidad de Jesús que hace uno de los Apóstoles.

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