El profeta Oseas

 

Oseas es el primer profeta menor que nos presenta el canon de los libros inspirados.

Su nombre significa «Yahwéh salva». Era hijo de Berí y pertenece al reino del Norte, cuya historia, vida política y religiosa conoce perfectamente. Es un hombre apasionado, de alma profunda y delicada. Tiene una propensión acentuada hacia el amor, denotando una afectividad extraordinaria.

Hay un hecho en su vida que va a ser parte integrante de su misión, su matrimonio con Gomer, la prostituta, hija de Diblaim. Es un acontecimiento tan desconcertante que en su interpretación se dividen los autores.

Es Yahwéh el que le ordena que se case con Gomer. De ella tiene tres hijos a los que el mismo Dios pone el nombre. El primero se llama Jezrael, nombre siniestro que evoca la llanura donde Jehú exterminó la dinastía de Acab. Gomer da a luz a una niña a la que se le da el nombre de Lo-Rujamá (La no-amada). El tercer hijo es llamado Lo-`ammi (No mi-pueblo). Son símbolos del castigo de Israel y preludios de las desgracias familiares del profeta. Esos mismos nombres cambiarán cuando Gomer vuelva al amor de su esposo, cuando Israel deje los dioses falsos y se vuelva a su Dios Yahwéh. Israel volverá a ser entonces el pueblo escogido y llamado «amado» y «pueblo-mío».

Gomer traiciona a su esposo y vuelve a la prostitución sagrada que formaba parte del culto a los baales. Oseas penetra entonces en el sentido de su vocación. Israel es la esposa querida de Yahwéh que traiciona al esposo que apasionadamente la había amado; Oseas siente en su propia carne los celos y el furor de Yahwéh. Todo el vocabulario imaginable en materia de relaciones amorosas brota encendido y desbordante de los labios y el corazón del profeta; nunca unos términos semejantes se habían oído al hablar de los sentimientos de Dios; con una audacia irresistible nos describe a Yahwéh como un esposo amante que es burlado por el amor de su vida.

 

La amenaza es terrible, el castigo duro e implacable; pero Oseas no puede olvidar a su esposa. Su terrible castigo es el recurso último que le queda para atraer de nuevo a Gomer... y cuando ella vuelva al hogar abandonado, él la recibirá gozoso, olvidando el pasado y volviendo a vivir las ternuras de su primer amor.

El ministerio de Oseas comienza durante el reinado de Jeroboam II (783-742). Es una época de marcada decadencia. A los tiempos esplendorosos de Jeroboam II sigue un periodo de dificultades crecientes. Tiglatpileser III (745-727) se hace cada vez más terrible y provoca con su invasión un tiempo de descomposición política. Los reyes se suceden vertiginosamente, siendo el regicidio casi la única ley de sucesión.

Todas estas circunstancias enrarecen el ambiente político y religioso. Israel es como «una paloma acorralada» que se precipita ora hacia Egipto, ora hacia Asiria; la inseguridad, la violencia, la decadencia moral son signos inequívocos de la ruina que se acerca; la realeza es culpable ya que ha desconfiado del poder de Yahwéh apoyándose en potencias extranjeras, escandalizando con su apostasía, mostrándose inepta para mantener el orden y la justicia; Israel ha venido a ser un pueblo como los otros, volviendo las espaldas a su Dios. El sacerdocio es aún más culpable y Oseas se muestra muy severo con él; son bandidos rapaces que se aprovechan de la religiosidad de su pueblo; son ignorantes, adúlteros del monoteísmo yahwístico, idólatras. Baal y Astarté son adorados con un culto lujurioso en Israel: Betel con su becerro de oro es un reflejo real del estado íntimo de un pueblo profundamente corrompido. Todo el libro manifiesta esta situación. El profeta habla en nombre de Yahwéh, el esposo amante y burlado.

 

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