Alfonso Ramón Marín fue un muralista y dibujante para el
diseño de vidrieras. Nacido en Valencia en 1927, terminó sus
estudios académicos en 1947, para graduarse en la Escuela
Superior de Bellas Artes de Valencia. Poco tiempo después,
pasó a ampliar sus estudios, en la Academia de San Fernando
de Madrid.
En 1949, gracias a su talento innato, fue dotado de una beca
que le dio la gran oportunidad de estudiar en Roma. Tras los
estudios de esta etapa italiana, su actividad como muralista
comenzó rápidamente.
Dos años más tarde, lo nombraron profesor de dibujo del
Colegio Gaztelueta de Bilbao. De hecho, Gaztelueta conserva
cuadros y murales del artista. Luego opositaría y
desarrollaría su actividad en distintos centros educativos. |
Alfonso Ramil |
En marzo de 1954 realiza la primera exposición individual en la Sala
Arte de Bilbao, donde su obra empieza a ser conocida y adquirida. Se
le encargan al poco murales para la iglesia del salto de Saucelle
(Salamanca). Expone cuadros ese mismo año en el Ateneo de Madrid.
|
El Retablo de Las Mercedes
Al año siguiente, 1955, tras ser seleccionado en un
concurso, se le encargo de realizar un mural destinado al
ábside de la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes.
Ramil realiza una de sus máximas representaciones artística
por su tamaño y calidad: el gran mural de 400 m2.
El trabajo requería una fuerte preparación en dibujo,
perspectiva y procedimiento.
La composición elegida para la obra, es la Glorificación de
Nuestra Señora, a través de las figuras más representativas
de la corte celestial: la Santísima Trinidad, los apóstoles,
los Arcángeles, santos diversos, etc.
El retablo cuenta con 168 figuras y en la parte inferior se
hace una pequeña referencia al tema mercedario. Todo ello,
fue perfectamente ejecutado por un hombre con unas dotes
fuera de lo común en lo que a la pintura se refiere y más
concretamente como muralista. |
Además del “handicap” implícito en un proyecto de tal envergadura,
Ramil tuvo que hacer frente a la “nula visibilidad” que el andamio
de 9 plantas le proporcionaba. Lo cual supuso una prueba irrefutable
de las cualidades como artista de Ramil, a lo largo de dos años de
intenso trabajo.
Esta tarea inicial, que inicialmente estaba claramente limitada al
abside, se vio ampliada de forma drástica, al incluir un mural de
100 metros cuadrados; en el que se representaría la venida del
Espíritu Santo. Por si esto fuera poco, también se sumaron a la
tarea del pintor seis altares laterales, de unos 150 metros
cuadrados cada uno, dedicados a las vírgenes del Pilar, Fátima,
Lourdes, Begoña, la crucifixión del Señor, y el Juicio Final; así
como a las 14 estaciones del Vía Crucis.
La trayectoria de este magnifico muralista vio su fin en 2007 en
Bilbao, municipio que le vio crecer como artista y en el que pasó la
mayor parte de su vida. |