El sacramento del
Orden
El Orden es el sacramento gracias al cual la misión
confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo
ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos:
es, pues, el sacramento del ministerio apostólico.
Comprende tres grados: el episcopado, el
presbiterado y el diaconado. (cfr. Catecismo de
la Iglesia Católica nn. 1536-1538)
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El sacramento del Orden en la economía de la
salvación
El sacerdocio de la Antigua Alianza
El pueblo elegido fue
constituido por Dios como "un reino de sacerdotes y
una nación consagrada".Pero dentro del pueblo de
Israel, Dios escogió una de las doce tribus, la de
Leví, para el servicio litúrgico; Dios mismo es la
parte de su herencia. Un rito propio consagró los
orígenes del sacerdocio de la Antigua Alianza. En
ella los sacerdotes fueron establecidos "para
intervenir en favor de los hombres en lo que se
refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por
los pecados".(Catecismo de la Iglesia Católica n.
1539)
Instituido para anunciar la palabra de Dios y para
restablecer la comunión con Dios mediante los
sacrificios y la oración, este sacerdocio de la
Antigua Alianza, sin embargo, era incapaz de
realizar la salvación, por lo cual tenía necesidad
de repetir sin cesar los sacrificios, y no podía
alcanzar una santificación definitiva, que sólo
podría alcanzada por el sacrificio de Cristo.(Catecismo
de la Iglesia Católica n.1540)
No
obstante, la liturgia de la Iglesia ve en el
sacerdocio de Aarón y en el servicio de los levitas,
así como en la institución de los setenta
"ancianos", prefiguraciones del ministerio ordenado
de la Nueva Alianza. Por ello, en el rito latino la
Iglesia se dirige a Dios en la oración consecratoria
de la ordenación de los obispos de la siguiente
manera:
Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo...has establecido
las reglas de la Iglesia: elegiste desde el
principio un pueblo santo, descendiente de Abraham ,
y le diste reyes y sacerdotes que cuidaran del
servicio de tu santuario...(Catecismo
de la Iglesia Católica n. 1541)
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El único sacerdocio de Cristo
Todas las
prefiguraciones del sacerdocio de la Antigua Alianza
encuentran su cumplimiento en Cristo Jesús, "único
mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm 2,5).
Melquisedec, "sacerdote del Altísimo" (Gn 14,18), es
considerado por la Tradición cristiana como una
prefiguración del sacerdocio de Cristo, único "Sumo
Sacerdote según el orden de Melquisedec" (Hb 5,10;
6,20), "santo, inocente, inmaculado" (Hb 7,26), que,
"mediante una sola oblación ha llevado a la
perfección para siempre a los santificados" (Hb
10,14), es decir, mediante el único sacrificio de su
Cruz.
(Catecismo
de la Iglesia Católica n. 1544)
El sacrificio redentor
de Cristo es único, realizado una vez por todas. Y
por esto se hace presente en el sacrificio
eucarístico de la Iglesia. Lo mismo acontece con el
único sacerdocio de Cristo: se hace presente por el
sacerdocio ministerial sin que con ello se quebrante
la unicidad del sacerdocio de Cristo: "Et ideo solus
Christus est verus sacerdos, alii autem ministri
eius" ("Y por eso sólo Cristo es el verdadero
sacerdote; los demás son ministros suyos", S. Tomás
de A. Hebr. VII, 4).
(Catecismo
de la Iglesia Católica n. 1545)
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En nombre de toda la Iglesia
El sacerdocio
ministerial no tiene solamente por tarea representar
a Cristo –Cabeza de la Iglesia– ante la asamblea de
los fieles, actúa también en nombre de toda la
Iglesia cuando presenta a Dios la oración de la
Iglesia (cf SC 33) y sobre todo cuando ofrece el
sacrificio eucarístico (cf LG 10).
(Catecismo
de la Iglesia Católica n. 1552)
"En nombre de toda la
Iglesia", expresión que no quiere decir que los
sacerdotes sean los delegados de la comunidad. La
oración y la ofrenda de la Iglesia son inseparables
de la oración y la ofrenda de Cristo, su Cabeza. Se
trata siempre del culto de Cristo en y por su
Iglesia. Es toda la Iglesia, cuerpo de Cristo, la
que ora y se ofrece, per ipsum et cum ipso et in
ipso, en la unidad del Espíritu Santo, a Dios Padre.
Todo el cuerpo, caput et membra, ora y se ofrece, y
por eso quienes, en este cuerpo, son específicamente
sus ministros, son llamados ministros no sólo de
Cristo, sino también de la Iglesia. El sacerdocio
ministerial puede representar a la Iglesia porque
representa a Cristo.(Catecismo
de la Iglesia Católica n. 1553)
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Los tres grados de sacramento del Orden
Fue Cristo quien eligió
a los apóstoles y les hizo partícipes de su misión y
su autoridad. Elevado a la derecha del Padre, no
abandona a su rebaño, sino que lo guarda por medio
de los apóstoles bajo su constante protección y lo
dirige también mediante estos mismos pastores que
continúan hoy su obra (cf MR, Prefacio de
Apóstoles). Por tanto, es Cristo "quien da" a unos
el ser apóstoles, a otros pastores (cf. Ef 4,11).
Sigue actuando por medio de los obispos (cf LG 21).
(Catecismo de la Iglesia Católica n.
1575)
Dado que el sacramento
del Orden es el sacramento del ministerio
apostólico, corresponde a los obispos, en cuanto
sucesores de los apóstoles, transmitir "el don
espiritual" (LG 21), "la semilla apostólica" (LG
20). Los obispos válidamente ordenados, es decir,
que están en la línea de la sucesión apostólica,
confieren válidamente los tres grados del sacramento
del Orden.(Catecismo de la Iglesia Católica n.
1576)
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La
celebración de este sacramento
El rito esencial del sacramento del Orden está
constituido, para los tres grados, por la imposición
de manos del obispo sobre la cabeza del ordenando
así como por una oración consecratoria específica
que pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de
sus dones apropiados al ministerio para el cual el
candidato es ordenado (cf Pío XII, const. ap.
Sacramentum Ordinis, DS 3858).(Catecismo de la
Iglesia Católica n. 1573)
Como en todos los sacramentos, ritos
complementarios rodean la celebración. Estos varían
notablemente en las distintas tradiciones
litúrgicas, pero tienen en común la expresión de
múltiples aspectos de la gracia sacramental. Así, en
el rito latino, los ritos iniciales - la
presentación y elección del ordenando, la alo cución
del obispo, el interrogatorio del ordenando, las
letanías de los santos - ponen de relieve que la
elección del candidato se hace conforme al uso de la
Iglesia y preparan el acto solemne de la
consagración; después de ésta varios ritos vienen a
expresar y completar de manera simbólica el misterio
que se ha realizado: para el obispo y el presbítero
la unción con el santo crisma, signo de la unción
especial del Espíritu Santo que hace fecundo su
ministerio; la entrega del libro de los evangelios,
del anillo, de la mitra y del báculo al obispo en
señal de su misión apostólica de anuncio de la
palabra de Dios, de su fidelidad a la Iglesia,
esposa de Cristo, de su cargo de pastor del rebaño
del Señor; entrega al presbítero de la patena y del
cáliz, "la ofrenda del pueblo santo" que es llamado
a presentar a Dios; la entrega del libro de los
evangelios al diácono que acaba de recibir la misión
de anunciar el evangelio de Cristo.(Catecismo de
la Iglesia Católica n. 1574)
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El ministro del
sacramento
Fue Cristo quien eligió a los apóstoles y les hizo
partícipes de su misión y su autoridad. Elevado a la
derecha del Padre, no abandona a su rebaño, sino que
lo guarda por medio de los apóstoles bajo su
constante protección y lo dirige también mediante
estos mismos pastores que continúan hoy su obra (cf
MR, Prefacio de Apóstoles). Por tanto, es Cristo
"quien da" a unos el ser apóstoles, a otros pastores
(cf. Ef 4,11). Sigue actuando por medio de los
obispos (cf LG 21). (Catecismo de la Iglesia
Católica n. 1575)
Dado que el sacramento del Orden es el sacramento
del ministerio apostólico, corresponde a los
obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles,
transmitir "el don espiritual" (LG 21), "la semilla
apostólica" (LG 20). Los obispos válidamente
ordenados, es decir, que están en la línea de la
sucesión apostólica, confieren válidamente los tres
grados del sacramento del Orden.(Catecismo de la
Iglesia Católica n. 1576)
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¿Quién puede recibir este sacramento?
"Sólo el varón (vir) bautizado recibe válidamente la
sagrada ordenación" (CIC, can 1024). El Señor Jesús
eligió a hombres (viri) para formar el colegio de
los doce apóstoles (cf Mc 3,14-19; Lc 6,12-16), y
los apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a
sus colaboradores (1 Tm 3,1-13; 2 Tm 1,6; Tt 1,5-9)
que les sucederían en su tarea (S.Clemente Romano
Cor, 42,4; 44,3). El colegio de los obispos, con
quienes los presbíteros están unidos en el
sacerdocio, hace presente y actualiza hasta el
retorno de Cristo el colegio de los Doce. La Iglesia
se reconoce vinculada por esta decisión del Señor.
Esta es la razón por la que las mujeres no reciben
la ordenación (cf Juan Pablo II, MD 26-27; CDF decl.
"Inter insigniores": AAs 69 [1977] 98-116). (Catecismo
de la Iglesia Católica n. 1577)
Nadie tiene derecho a recibir el sacramento del
Orden. En efecto, nadie se arroga para sí mismo este
oficio. Al sacramento se es llamado por Dios (cf Hb
5,4). Quien cree reconocer las señales de la llamada
de Dios al ministerio ordenado, debe someter
humildemente su deseo a la autoridad de la Iglesia a
la que corresponde la responsabilidad y el derecho
de llamar a recibir este sacramento. Como toda
gracia, el sacramento sólo puede ser recibido como
un don inmerecido.(Catecismo de la Iglesia
Católica n. 1578)
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Los
efectos del sacramento del Orden
Este sacramento configura con Cristo mediante una
gracia especial del Espíritu Santo a fin de servir
de instrumento de Cristo en favor de su Iglesia. Por
la ordenación recibe la capacidad de actuar como
representante de Cristo, Cabeza de la Iglesia, en su
triple función de sacerdote, profeta y rey.(Catecismo
de la Iglesia Católica n. 1581)
Como en el caso del Bautismo y de la Confirmación,
esta participación en la misión de Cristo es
concedida de una vez para siempre. El sacramento del
Orden confiere también un carácter espiritual
indeleble y no puede ser reiterado ni ser conferido
para un tiempo determinado.(Catecismo de la
Iglesia Católica n. 1582)
La gracia del Espíritu Santo propia de este
sacramento es la de ser configurado con Cristo
Sacerdote, Maestro y Pastor, de quien el ordenado es
constituido ministro.(Catecismo de la Iglesia
Católica n. 1585)
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