Dpto. Religión

4º ESO

Curso 2007/08

AÑO  1122    /    FIN DEL CONFLICTO DE LAS INVESTIDURAS: CONCORDATO DE WORMS

Tomás Ibar

                                                                                                                

 

La cuestión de las Investiduras; La lucha de las investiduras; El concordato de Worms ; Bibliografía

Se entiende por investidura el conceder a una persona un título eclesiástico: obispo, abad o cualquier otro. Al ser título de carácter eclesiástico, es lógico que o otorgue la autoridad de la Iglesia, pero no siempre era así. Es más, en no pocas ocasiones, esos cargos los otorgaban reyes y señores feudales, para garantizarse unas rentas económicas y el apoyo de la Iglesia.

 Con este sistema nos encontramos a personas que han sido nombrados obispos y abades por el Emperador y, que no miran por el bien pastoral de las almas si no por el beneficio económico de los cargos. La cuestión de las investiduras hizo mucho daño a la Iglesia.

La cuestión de las Investiduras

 EL Papa Gregorio VII quiso reformar este aspecto que dañaba a la Iglesia. Su pontificado se halla todo el dominado por el conflicto con el emperador Enrique IV, conocido en la historia como la lucha de las Investiduras.

 En 1075, el Papa promulgó un decreto contra la investidura, prohibiendo a todo poder secular (no eclesiástico), bajo pena de excomunión, dar obispados. Contra este decreto la resistencia de los señores feudales fue unánime; el Emperador de Alemania, Enrique IV, lo consideró subversivo y revolucionario. La ruptura entre Roma y el Imperio era inevitable.

 Unas semanas después el Papa redactó su Dictatus papae, colección de 27 tesis en que condensaba de manera lapidaria su concepción del poder pontificio sobre la base de una exaltación del primado romano en el aspecto legislativo, judicial, administrativo y dogmático, con aplicaciones concretas a lo temporal. Las proposiciones más llamativas eran estas dos: «Que tiene facultad para deponer a los emperadores» (n° 12); «Que puede desligar a los súbditos del juramento de fidelidad prestado a los inicuos» (n° 27). Todo lo que hay dentro de la Iglesia, está debajo del Papa; luego los reyes y emperadores, con todo su poder y autoridad, están sometidos al Papa; por tanto, éste puede deponerlos.

Gregorio VII

 La lucha de las investiduras

Pronto se presentó a Gregorio la ocasión de aplicar esta idea, porque Enrique IV, una vez que venció a los sajones (25 oct. 1075), continuó repartiendo obispados a personas indignas y entabló negociaciones con los normandos del sur de Italia para coger al Papa entre dos fuegos. Gregorio le amonestó seriamente y le amenazó con excomulgarle y deponerle. El Emperador se enfureció y en la Asamblea de Worms depuso al Papa, declarándole privado de la dignidad pontificia (24 enero 1076). El Papa respondió al desafío reuniendo un concilio en Roma, en el que excomulgó y depuso al Emperador, declarando a sus súbditos libres del juramento de fidelidad (14 de febrero).

El efecto de la sentencia pontificia fue fulminante. Pronto todo el mundo abandonó al Emperador. Los sajones se rebelaron nuevamente, muchos obispos que habían firmado la deposición del Papa se retractaron, y los príncipes alemanes, reunidos en Tribur (16 octubre 1076), declararon que si Enrique IV no obtenía la absolución en el plazo de un año, perdería la corona.  

El Emperador quiso adelantarse a la decisión definitiva del Papa y en el invierno de 1076 a 1077, el más frío del siglo, atravesó los Alpes y encontró al Papa, camino de Alemania, en la fortaleza de Canosa, propiedad de la condesa Matilde de Toscana. El 25 enero 1077 el Emperador se presentó delante del castillo en hábito de penitente, implorando perdón durante tres días consecutivos. Por fin Gregorio, cediendo a las instancias de los que le rodeaban y a las muestras de arrepentimiento del rey, le retiró las censuras. Enrique IV se comprometió con juramento a dar toda la ayuda necesaria a Gregorio para que resolviese el conflicto en Alemania; pero a los pocos días comenzó a vacilar y luego quebrantó el juramento, cerrando el paso de los Alpes para impedir el viaje del Papa a Alemania.

Entretanto los príncipes, considerando a Enrique IV traidor a la promesa de no salir de Espira, le depusieron y, sin la aprobación ni consulta de Gregorio, eligieron por rey a Rodolfo de Suabia, que era favorable a la reforma. Estalló la guerra civil. E1 Papa se mantuvo neutral durante tres años. En 1080 Enrique IV, creyéndose seguro del triunfo, quiso imponer su voluntad al Papa, exigiéndole la excomunión de su rival. El efecto fue contraproducente. En el sínodo cuaresmal celebrado en el mismo año, Gregorio declaró excomulgado y depuesto a Enrique IV por haber impedido la dieta alemana y cometido otros excesos. Acto seguido reconoció como rey a Rodolfo. Enrique IV hizo deponer a Gregorio en un sínodo y elegir en su lugar a Guiberto, arzobispo de Rávena, que se llamó Clemente III. La elección era inválida. A fin de entronizarle en Roma, el Emperador emprendió una expedición militar en 1081, pero no pudo conquistar la ciudad leonina hasta tres años más tarde (21 marzo 1084). El Papa se refugió en el castillo de Sant'Angelo. Diez días después Enrique IV recibió la corona imperial de manos del antipapa, pero el 21 de mayo abandonó la ciudad a toda prisa ante el avance de los normandos, que iban en auxilio de Gregorio. Los normandos libertaron al Papa (27 de mayo), pero saquearon terriblemente la ciudad.

 La situación del Papa se hizo insostenible. Por eso abandonó la capital y tomó el camino del destierro, muriendo el 25 mayo 1085.

 La cuestión de las investiduras no se dio solamente con el Emperador alemán, también en otras partes de la cristiandad, la Iglesia luchaba por la independencia del poder civil. Cuando, en Inglaterra, Guillermo II (1087-1100) y Enrique I (1100-35) empezaron a traficar con los altos cargos de la Iglesia, estalló el conflicto y el arzobispo de Canterbury protestó, teniendo que abandonar el reino.

 El concordato de Worms

 La solución llegó siendo Papa Calixto II y Emperador de Alemanía, Enrique V. El Papa consiguió finalmente, tras largas negociaciones con Enrique V, concluir aquel tratado que se ha hecho famosos en al historia con el nombre de “Concordato de Worms” (23 septiembre 1122). EL emperador empezó prometiendo reparar en lo posible todos los daños patrimoniales que “desde el principio de esta diputa” hubieran sido inferidos a la Santa Sede por su padre o por el mismo. Para lo sucesivo prometía renunciar a la investidura y a permitir en todas las iglesias pertenecientes al Imperio la celebración de elecciones libres y canónicas para designar obispos y abades. Por su parte, el Papa admitía que, dentro del territorio de la corona alemana, el rey pudiera asistir a las elecciones y, en caso de elecciones dudosas, se le concedía la decisión junto con el metropolitano de la provincia eclesiástica. Una vez efectuada la elección canónica, podía, en todos los territorios del Imperio, proceder a investir al electo con las regalías y las obligaciones a ellas anejas. El Concordato fue ratificado un año después por el concilio ecuménico de Letrán.

Documento original del Concordato de Worms

De este modo se puso fin a la lucha de las investiduras.

 Bibliografía

Enciclopedia GER