La cuestión de las
Investiduras;
La lucha de las
investiduras;
El concordato de Worms ;
Bibliografía
Se
entiende por investidura el conceder a una persona un título
eclesiástico: obispo, abad o cualquier otro. Al ser título de
carácter eclesiástico, es lógico que o otorgue la autoridad de la
Iglesia, pero no siempre era así. Es más, en no pocas ocasiones,
esos cargos los otorgaban reyes y señores feudales, para
garantizarse unas rentas económicas y el apoyo de la Iglesia.
Con
este sistema nos encontramos a personas que han sido nombrados
obispos y abades por el Emperador y, que no miran por el bien
pastoral de las almas si no por el beneficio económico de los
cargos. La cuestión de las investiduras hizo mucho daño a la
Iglesia.
EL
Papa Gregorio VII quiso reformar este aspecto que dañaba a la
Iglesia. Su pontificado se halla todo el dominado por el conflicto
con el emperador Enrique IV, conocido en la historia como la lucha
de las Investiduras.
En
1075, el Papa promulgó un decreto contra la investidura,
prohibiendo a todo poder secular (no eclesiástico), bajo pena de
excomunión, dar obispados. Contra este decreto la resistencia de
los señores feudales fue unánime; el Emperador
de Alemania, Enrique IV, lo consideró subversivo y revolucionario.
La ruptura entre Roma y el Imperio era inevitable.
Unas semanas
después el Papa redactó su Dictatus papae, colección de 27
tesis en que condensaba de manera lapidaria su concepción del
poder pontificio sobre la base de una exaltación del primado
romano en el aspecto legislativo, judicial, administrativo y
dogmático, con aplicaciones concretas a lo temporal. Las
proposiciones más llamativas eran estas dos: «Que tiene facultad
para deponer a los emperadores» (n° 12); «Que puede desligar a los
súbditos del juramento de fidelidad prestado a los inicuos» (n°
27). Todo lo que hay dentro de la Iglesia, está debajo del Papa;
luego los reyes y emperadores, con todo su poder y autoridad,
están sometidos al Papa; por tanto, éste puede deponerlos.
Gregorio VII |
La
lucha de las investiduras
Pronto se
presentó a Gregorio la ocasión de aplicar esta idea, porque
Enrique IV, una vez que venció a los sajones (25 oct. 1075),
continuó repartiendo obispados a personas indignas y entabló
negociaciones con los normandos del sur de Italia para coger
al Papa entre dos fuegos. Gregorio le amonestó seriamente y le
amenazó con excomulgarle y deponerle. El Emperador se
enfureció y en la Asamblea de Worms depuso al Papa,
declarándole privado de la dignidad pontificia (24 enero
1076). El Papa respondió al desafío reuniendo un concilio en
Roma, en el que excomulgó y depuso al Emperador, declarando a
sus súbditos libres del juramento de fidelidad (14 de
febrero). |
El efecto de la
sentencia pontificia fue fulminante. Pronto todo el mundo abandonó
al Emperador. Los sajones se rebelaron nuevamente, muchos obispos
que habían firmado la deposición del Papa se
retractaron, y
los príncipes alemanes, reunidos en Tribur (16 octubre 1076),
declararon que si Enrique IV no obtenía la absolución en el plazo
de un año, perdería la corona.
El Emperador
quiso adelantarse a la decisión definitiva del Papa y en el
invierno de 1076 a 1077, el más frío del siglo, atravesó los Alpes
y encontró al Papa, camino de Alemania, en la fortaleza de Canosa,
propiedad de la condesa Matilde de Toscana. El 25 enero 1077 el
Emperador se presentó delante del castillo en hábito de penitente,
implorando perdón durante tres días consecutivos. Por fin
Gregorio,
cediendo a las instancias de los que le rodeaban y a las muestras
de arrepentimiento del rey, le retiró las censuras. Enrique IV se
comprometió con juramento a dar toda la ayuda necesaria a
Gregorio
para que resolviese el conflicto en Alemania; pero a los pocos
días comenzó a vacilar y luego quebrantó el juramento, cerrando el
paso de los Alpes para impedir el viaje del Papa a Alemania.
Entretanto los
príncipes, considerando a Enrique IV traidor a la promesa de no
salir de Espira, le depusieron y, sin la aprobación ni consulta de
Gregorio,
eligieron por rey a Rodolfo de Suabia, que era favorable a la
reforma. Estalló la guerra civil. E1 Papa se mantuvo neutral
durante tres años. En 1080 Enrique IV, creyéndose seguro del
triunfo, quiso imponer su voluntad al Papa, exigiéndole la
excomunión de su rival. El efecto fue contraproducente. En el
sínodo cuaresmal celebrado en el mismo año,
Gregorio
declaró excomulgado y depuesto a Enrique IV por haber impedido la
dieta alemana y cometido otros excesos. Acto seguido reconoció
como rey a Rodolfo. Enrique IV hizo deponer a
Gregorio
en un sínodo y elegir en su lugar a Guiberto, arzobispo de Rávena,
que se llamó Clemente III. La elección era inválida. A fin de
entronizarle en Roma, el Emperador emprendió una expedición
militar en 1081, pero no pudo conquistar la ciudad leonina hasta
tres años más tarde (21 marzo 1084). El Papa se refugió en el
castillo de Sant'Angelo. Diez días después Enrique IV recibió la
corona imperial de manos del antipapa, pero el 21 de mayo abandonó
la ciudad a toda prisa ante el avance de los normandos, que iban
en auxilio de
Gregorio.
Los normandos libertaron al Papa (27 de mayo), pero saquearon
terriblemente la ciudad.
La situación
del Papa se hizo insostenible. Por eso abandonó la capital y tomó
el camino del destierro, muriendo el 25 mayo 1085.
La cuestión de las investiduras no se
dio solamente con el Emperador alemán, también en otras partes de
la cristiandad, la Iglesia luchaba por la independencia del poder
civil. Cuando, en Inglaterra, Guillermo II (1087-1100) y Enrique I
(1100-35) empezaron a traficar con los altos cargos de la Iglesia,
estalló el conflicto y el arzobispo de Canterbury protestó,
teniendo que abandonar el reino.
El
concordato de Worms
La
solución llegó siendo Papa Calixto II y Emperador de Alemanía,
Enrique V. El Papa consiguió finalmente, tras largas
negociaciones con Enrique V, concluir aquel tratado que se ha
hecho famosos en al historia con el nombre de “Concordato de
Worms” (23 septiembre 1122). EL emperador empezó prometiendo
reparar en lo posible todos los daños patrimoniales que “desde
el principio de esta diputa” hubieran sido inferidos a la
Santa Sede por su padre o por el mismo. Para lo sucesivo
prometía renunciar a la investidura y a permitir en todas las
iglesias pertenecientes al Imperio la celebración de
elecciones libres y canónicas para designar obispos y abades.
Por su parte, el Papa admitía que, dentro del territorio de la
corona alemana, el rey pudiera asistir a las elecciones y, en
caso de elecciones dudosas, se le concedía la decisión junto
con el metropolitano de la provincia eclesiástica. Una vez
efectuada la elección canónica, podía, en todos los
territorios del Imperio, proceder a investir al electo con las
regalías y las obligaciones a ellas anejas. El Concordato fue
ratificado un año después por el concilio ecuménico de Letrán. |
Documento original del
Concordato de Worms |
De este
modo se puso fin a la lucha de las investiduras.
Bibliografía
Enciclopedia GER |