Dpto. Religión

4º ESO

Curso 2007/08

AÑOS 1073 /  ELECCIÓN PAPAL DE GREGORIO VII. REFORMA DE LA IGLESIA

Diego Mazarrasa

                                                                                                                

Su preparación; Su elección y reforma de la Iglesia; Conflictos con el Emperador Enrique IV;  Otros países; Bibliografía.

La personalidad medieval más grande después de Carlomagno y uno de los papas más notables de la historia.

Su preparación

Se llamaba Hildebrando y nació en Soana de Toscana, año 1020, de una familia modesta. Desde la infancia se educó en Roma, completando su formación en el palacio lateranense. Se relacionó con Juan Graciano, arcipreste de San Juan de Puerta Latina. Cuando éste ascendió al trono pontificio con el nombre de Gregorio VI, lo tomó a su servicio en calidad de capellán (1045).

Gregorio VII

Al año siguiente Gregorio VI fue depuesto y desterrado a Colonia; Hildebrando lo acompañó en el exilio. Muerto su protector (1047), Hildebrando se retiró a Cluny, donde tomó el hábito benedictino.

León IX lo llevó consigo a Roma como colaborador (1049), le ordenó de subdiácono cardenal y le confió el gobierno del monasterio de S. Pablo extramuros, de costumbres muy relajadas. Hildebrando lo reformó y restauró su basílica. A partir de este momento fue aumentando progresivamente su influjo en el gobierno de la Iglesia, y los Papas, desde 1054, le encomendaron misiones diplomáticas en Francia, Alemania e Italia. Trabajó mucho por la reforma en tiempos de Esteban IX y Nicolás II, y su influencia llegó a su apogeo con Alejandro II (1061-73), quien lo nombró canciller. Ya entonces desempeñaba las funciones de una especie de primer ministro.

  Su elección y reforma de la Iglesia

Alejandro II murió el 21 abril de 1073. Al día siguiente, durante el sepelio, el pueblo, tumultuariamente, aclamó Papa a Hildebrando. Los cardenales obispos se reunieron inmediatamente e hicieron suya la elección del pueblo. En recuerdo de su protector, Hildebrando tomó el nombre de Gregorio VII. Había cumplido los 50 años. Su promoción fue providencial. Con él la reforma comenzó a ser eficaz.

 Su acción se concentró primeramente en la reforma de la Iglesia, pero su programa era más grandioso. Se propuso continuar la reconquista cristiana, rescatar los Santos Lugares, acabar con el cisma griego y centralizar el gobierno eclesiástico.

Desde el primer momento de su pontificado tuvo como objetivo reorganizar totalmente la sociedad cristiana, apuntando hacia una separación institucional entre Iglesia y Estado. Esto implicaba despojar al Emperador de sus poderes casi sacerdotales; Formar un clero moralmente purificado, rigurosamente apartado de los conflictos y asegurar al Papa jurisdicción externa y efectiva sobre toda la Iglesia y garantizarle un papel decisivo en temas eclesiásticos.

Por encima de todo, lo que más metido tenía en su corazón era la santidad de la Iglesia y la eliminación de los dos vicios que la corroían internamente: la simonía o venta de cosas sagradas (cargos, sacramentos), y el nicolaitismo o violación de la ley del celibato de los clérigos.

 En 1075 promulgó un decreto contra la investidura, prohibiendo a todo poder secular, bajo pena de excomunión, dar obispados. Contra este decreto la resistencia de los señores feudales fue unánime; el Emperador de Alemania, Enrique IV, lo consideró subversivo y revolucionario. La ruptura entre Roma y el Imperio era inevitable.

 Unas semanas después, el Papa redactó su Dictatus papae, colección de 27 tesis en que condensaba de manera lapidaria su concepción del poder pontificio sobre la base de una exaltación del primado romano en el aspecto legislativo, judicial, administrativo y dogmático, con aplicaciones concretas a lo temporal.

Las proposiciones más llamativas eran estas dos: «Que tiene facultad para deponer a los emperadores» (n° 12); «Que puede desligar a los súbditos del juramento de fidelidad prestado a los inicuos» (n° 27).

 Conflictos con el Emperador Enrique IV

Enrique IV, una vez que venció a los sajones (25 oct. 1075), continuó repartiendo obispados a personas indignas (querella de las investiduras) y entabló negociaciones con los normandos del sur de Italia para coger al Papa entre dos fuegos. Gregorio le amonestó seriamente y le amenazó con excomulgarle y deponerle. El Emperador se enfureció y en la Asamblea de Worms depuso al Papa, declarándole privado de la dignidad pontificia (24 en. 1076). E1 Papa respondió al desafío reuniendo un concilio en Roma, en el que excomulgó y depuso al Emperador, declarando a sus súbditos libres del juramento de fidelidad (14 de febrero). El efecto de la sentencia pontificia fue fulminante. Pronto todo el mundo abandonó al Emperador.

Enrique IV se sometió al Papa y aceptó las condiciones que se le impusieron. Gregorio, antes las muestras de arrepentimiento del rey, le retiró las censuras. Enrique IV se comprometió con juramento a dar toda la ayuda necesaria a Gregorio para que resolviese el conflicto en Alemania; pero a los pocos días comenzó a vacilar y luego quebrantó el juramento, cerrando el paso de los Alpes para impedir el viaje del Papa a Alemania.

El enfrentamiento entre el Papa y el Emperador se agudizó. Gregorio declaró excomulgado y depuesto a Enrique IV y reconoció como rey a Rodolfo. Enrique IV hizo deponer a Gregorio en un sínodo y elegir en su lugar a Guiberto, arzobispo de Rávena, que se llamó Clemente III. La elección era inválida. Las tropas del Emperador enraron en Roma, aunque los normandos libertaron al Papa (27 de mayo), pero saquearon terriblemente la ciudad. 

Federico Barbaroja

 La situación del Papa se hizo insostenible. Por eso abandonó la capital y tomó el camino del destierro. Desde Salerno excomulgó nuevamente a Enrique IV y publicó una encíclica, en la que expresaba su confianza en el porvenir de la reforma. Él no vio este porvenir, pues murió el 25 mayo 1085, pronunciando la frase famosa: «He amado la justicia y odiado la iniquidad; por eso muero en el destierro». Sus restos reposan en la catedral de Salerno. Gregorio XIII insertó (1583) su nombre en el Martirologio romano el 25 de mayo y Benedicto XIII extendió su fiesta a toda la Iglesia (1728), que se celebra el 25 de mayo.

 Otros países

En otros países la reforma gregoriana no provocó conflictos tan espectaculares.

En Francia hubo roces muy serios, pero no una verdadera querella de las investiduras.

En Inglaterra Guillermo el Conquistador apoyó ampliamente la reforma gregoriana, aunque persistió en nombrar a los obispos y abades, dándoles la investidura con el báculo y el anillo; pero como las elecciones eran buenas y no cometía simonía, el Papa cerró los ojos y adoptó' una actitud de gran moderación.

Gregorio mantuvo relaciones con los reinos de Dinamarca. Suecia, Noruega, Rusia, Irlanda, Polonia, Bohemia, Hungría, Croacia, Dalmacia, Sicilia, Córcega y Cerdeña, no persiguiendo otro objetivo que el de agrupar a todos los pueblos en torno al Vicario de Cristo para que la Iglesia pudiera cumplir más fácilmente su misión sobrenatural.

España. Con relación a España ocuparon su atención tres problemas: la reforma, la Reconquista y la abolición del rito mozárabe.

Bibliografía

Gran Enciclopedia Rialp

Hertling, Ludwig; Historia de la Iglesia

Orlandis, José; Historia de la Iglesia