El
cónclave que se reunió a la muerte de Inocencio VI se hallaba
dividido en dos tendencias, cuyas fuerzas estaban niveladas. Por
eso los cardenales decidieron elevar al trono pontificio a un
prelado extraño al Sacro Colegio. La elección recayó en Guillermo
de Grimoard, abad de S. Víctor de Marsella (28 de septiembre
1362), que quiso llamarse Urbano V.
El
nuevo pontífice había nacido en 1310 en el castillo de Grisac.
Terminado el derecho civil, tomó el hábito benedictino en el
priorado de Chirac y se formó espiritualmente en S. Víctor de
Marsella, donde emitió sus votos. Se doctoró en derecho canónico
en Montpellier y se dedicó a la enseñanza del derecho en las
universidades de Montpellier, Toulouse, París y Aviñón. Fue
vicario general de las diócesis de Clermont y Uzés, abad de S.
Germán de Auxerre (1352) y de S. Víctor de Marsella (1362). Al
mismo tiempo desempeñó varias misiones diplomáticas en Lombardía,
Roma y Nápoles por encargo de la Santa Sede. Así se explica que
los cardenales se fijasen en él.
|
Urbano V |
Elegido Papa, continuó viviendo como un simple religioso. Nunca
quiso quitarse el hábito monacal. Llevaba una vida piadosa, sobria
y austera. Repartía el tiempo entre la oración, el estudio y el
gobierno de la Iglesia. A diferencia de sus cinco inmediatos
antecesores, no había sido obispo ni cardenal, ni había servido al
rey de Francia. Se presentaba como un hombre objetivo e
independiente. No era un genio, pero poseía un conjunto de
cualidades que le valió el aprecio universal
Hombre
de biblioteca, amante del estudio, protegió generosamente las
ciencias y las artes. Fundó a sus expensas studia o colegios
preuniversitarios. Erigió universidades en Ginebra, Orange,
Cracovia, Viena y Pecs (Hungría). Restableció la antigua
universidad de Orvieto. En Padua erigió una Facultad de Teología y
en MontpeIlier instituyó dos colegios. Las universidades de París,
Orleáns, Toulouse y Cahors recibieron nuevos estatutos. La
Universidad de Salamanca también experimentó sus favores. Cada año
costeaba los estudios a 1.400 escolares pobres. Enriqueció la
biblioteca pontificia, convirtiéndo1a en la más rica de Europa. Al
fin de su reinado contaba 2.102 obras. Por el arte se interesó
menos. Embelleció el palacio de Aviñón y terminó las
fortificaciones de la ciudad, restauró la abadía de S. Víctor de
Marsella y reedificó la catedral de Mende.
Aunque no emprendió ninguna gran reforma de la Iglesia, dictó
diversas medidas para elevar el nivel intelectual y moral del
clero, prohibió la acumulación de prebendas, urgió la celebración
de Concilios provinciales y la residencia de los obispos. Aprobó
dos órdenes religiosas nuevas: la de los jesuatos, dedicados al
cuidado de los enfermos, y la del Salvador, fundada por s. Brígida
de Suecia con fines contemplativos. Reformó, entre otras, la
abadía de Montecasino y encargó al obispo de Pamplona que visitase
y reformase el monasterio de Roncesvalles. Sus esfuerzos en favor
de la cruzada tuvieron escaso éxito.
El acontecimiento más célebre de su pontificado es su vuelta a
Roma. Este retorno era deseado por toda la cristiandad, menos por
Francia. La estancia de los Papas en la Ciudad Eterna era posible
ahora, porque gracias al genio del cardenal Albornoz, reinaba el
orden en los Estados Pontificios, mientras Aviñón se hallaba
amenazada por las Grandes Compañías. El 30 de abril 1367 partió de
Aviñón, a pesar de la resistencia de la corte francesa, de los
cardenales y de sus familiares. El 4 de junio desembarcó en
Corneto, dirigiéndose a Viterbo para pasar allí la estación
calurosa. En Viterbo le esperaba el cardenal Albornoz, enfermo.
Durante su estancia en aquella ciudad presenció una sublevación
popular contra la Iglesia y la muerte del cardenal Albornoz
Hizo
su entrada en Roma el 16 de octubre El Papa se esforzó por levantar la
Ciudad Eterna de sus ruinas y convertirla en centro del mundo
cristiano. Reparó la basílica de Letrán, destruida casi
enteramente por un incendio. Las iglesias de S. Pablo extramuros y
s. Pedro del Vaticano fueron también objeto de restauraciones. En
Roma recibió la visita del Emperador de Alemania, Carlos IV, con
su esposa Isabel, a la cual coronó solemnemente. Admitió en la
Iglesia católica al Emperador bizantino, Juan V Paleólogo, sin que
la profesión personal de fe que éste hizo trajese consigo la unión
de la Iglesia oriental (1369). Asimismo recibió la visita de la
reina Juana de Nápoles y del rey de Chipre.
Pero,
por causas complejas, regresó a Aviñón (27 de septiembre 1370),
muriendo poco después (19 diciembre), como se lo había vaticinado
S. Brígida.
Luego
de su muerte el pueblo comenzó a venerarle como santo. Su culto
como beato fue confirmado por Pío IX (1870). Es el único papa de
Aviñón elevado al honor de los altares.
Bibliografía
Gran Enciclopedia Rialp
Wikipedia
|