Dpto. Religión

4º ESO

Curso 2007/08

Años 1187   /  JERUSALÉN EN PODER DEL ISLAM: FIN DE LOS ESTADO CRUZADOS DE TIERRA SANTA

Andoni Andueza

                                                                                                                

Introducción  -  La caída de Jerusalén  -  El fin de los estados cruzados  -  Bibliografía

 

Introducción 

Tras la primera cruzada los musulmanes tomaron la iniciativa y decidieron recuperar lo perdido. Tras conquistar Alepo en 1128, tomaron el condado de Edesa en 1144. Ante esto el papa Eugenio III predicó una segunda cruzada. Luis VII de Francia y el emperador Conrado III dejaron atrás sus rivalidades y atravesaron Asia menor por separado. Conrado III fue derrotado en Dorilea, mientras que Luis VII pudo llegar hasta Antioquía. Después de decidir no ir a Alepo fue a Damasco, donde sufrió una humillante derrota.

Estos hechos debilitaron mucho a los estados latinos, mientras que los musulmanes seguían unificándose. El sultán Saladino (Salah Addin) consiguió grandes victorias para ellos.

 

 En noviembre de 1177 Saladino marchó hacia el norte para tomar Jerusalén. La guarnición templaria de Gaza le vio pasar. En Ascalón, el rey de Jerusalén, Balduino IV el Leproso, con una tropa de quinientos caballeros se preparó para el asedio, pero Saladino dejó un pequeño contingente para sitiar la ciudad y siguió hacia Jerusalén. El rey logró abrir una brecha en aquel contingente y se dirigió a Ciudad Santa para destruir el ejército de Saladino. Cerca de la fortaleza de Montguisard los cristianos sorprendieron a los musulmanes, de los cuales la mayoría huyó hacia el sur. Dos años después de esta batalla Saladino quería venganza y obtuvo una victoria en el castillo de Beaufort. En 1180 Balduino IV propuso una tregua de dos años que fue aceptada por Saladino. Pero el conde Reinaldo de Chatillon había roto la tregua cometiendo actos como atacar caravanas o realizar incursiones en territorio musulmán. A causa de esto, Saladino ansiaba más acabar con el Reino de Jerusalén y se convirtió en una seria amenaza. En el año 1185 Balduino IV murió, esto supuso un grave golpe para el reino. Le sucedió su sobrino Balduino V, todavía menor, que ya codirigía con su tío el reino desde 1183. Murió a la corta edad de nueve años y gracias a su matrimonio con Sibila, hermana de Balduino IV, Gui pudo acceder al trono en 1186.

 En primavera de 1187 Saladino preparó un ataque a Jerusalén. Escribió a todas las provincias musulmanas para que hicieran la guerra. Él se dio cuenta de que destruyendo el ejército principal todas las ciudades y fortalezas se rendirían. A pesar de que reunió un gran contingente era difícil derrotar a los francos, que eran grandes guerreros. De modo que la estrategia militar de Saladino sería determinante. Él había hecho una alianza con Raimundo, el conde de Trípoli, creando divisiones entre los cristianos. El rey Gui decidió reunir el ejército en Nazaret e ir a recuperar la lealtad de Raimundo. Un emisario llegó a Trípoli y pidió a Raimundo en nombre del regente de Damasco, al-Afdal, que dejara pasar por su tierra una fuerza de siete mil jinetes, él aceptó porque impedírselo significaría romper su alianza con Saladino. Así, los hombres de al-Afdal se adentraron bastante en territorio cristiano y pudieron estudiar el terreno y localizar puntos de abastecimiento de agua. Las noticias de esta incursión llegaron a oídos de Gerardo de Ridefort, él convocó a todos los templarios de la zona y junto con Balian de Ibelin y Rogelio des Moulins atacó a los musulmanes. Inesperadamente, la batalla fue un fracaso y sólo tres salieron con vida.

Finalmente, Raimundo llegó a un acuerdo con el rey y se había reunido el ejército. Tras esto marchó el rey hacia el norte y montó un campamento en ar-Saffuriyah. El 26 de junio Saladino se dirigió a un vado del Jordán que estaba al sur del mar de Galilea y el 1 de julio lo cruzó. Su primer movimiento fue avanzar hacia la ciudad de Tiberíades, la cual cayó enseguida, pero sus defensores se refugiaron en la ciudadela y mandaron un mensaje de ayuda al rey. Él tenía dos caminos para llegar a Tiberíades, uno era malo y el otro bueno, pero el bueno estaba ocupado por el ejército de Saladino, así que cogieron el otro, que pasaba por tierras altas, no tenía  agua, además Saladino inutilizó algunos pozos,  y en pleno verano. Saladino esperaba que el rey cometiera este error. Dos horas después departir de ar-Saffuriyah los soldados ya empezaban  a  tener  sed.  Acamparon  cerca  del monte conocido como los Cuernos de Hattin.

Estatua de Saladino

La caída de Jerusalén

A la mañana el ejército sarraceno les rodeó y comenzó la batalla. Ante la inminente derrota cristiana, la infantería se dispersó y buscó desesperadamente un modo de llegar al lago Tiberíades, pero nadie logró escapar de allí. El rey intentaba por todos los medios abrir una brecha entre los sarracenos, aunque fue inútil. Cuando la batalla estaba muy avanzada llegó Raimundo con sus hombres y al ver que aquel desastre realizó una huida desesperada y logró llegar a Trípoli. Cuando Saladino ganó la batalla apresó al rey y a Reinaldo de Chatillon, al cual le acusó de romper la tregua. Después se produjo una escena muy bien plasmada por el cine el la película “El reino de los Cielos”: el rey le pidió agua helada a Saladino, éste se la dio en un jarro, tras beber se lo pasó a Reinaldo y bebió. El humor de Saladino se cambió al instante y dijo que no estaba autorizado a realizar ese gesto. Aquella misma tarde lo mató de un golpe en el hombro y luego le cortó la cabeza. En un acto sádico, Saladino ordenó ejecutar a todos los templarios y hospitalarios que no tenían rango.

 Al día siguiente la ciudadela de Tiberíades se rindió y antes de una semana el dirigente de Acre, Joscelino de Courtenay, le entregó la ciudad a cambio de no hacer nada a los ciudadanos. Tras esto el ejército inició una marcha hacia el sur asegurándose la sumisión de todos los pueblos y castillos. A principios de septiembre entraron en Ascalón y Saladino convocó una embajada de Jerusalén para negociar la rendición. Los emisarios dijeron que Jersusalén era el lugar de crucifixión de Cristo y que lo defenderían hasta la muerte, a pesar de que las condiciones de Saladino eran muy generosas. Entonces juró tomar Jerusalén por la espada y que la saquearía.

 La Ciudad Santa resistió diez días. Entre los defensores había caballeros recién armados dispuestos a protagonizar un último acto de heroísmo para defender a Jerusalén. A pesar de esto, el patriarca Heraclio les dijo que si persistían sus mujeres e hijos serían torturados, asesinados o esclavizados. Ante esto, los caballeros rindieron la ciudad. Saladino dudaba de si debía cumplir su juramento, pero sus emires le dijeron eso sería un error, pues, en medio del saqueo, se perderían muchas riquezas. Era más seguro pedir un rescate y entregarlo ordenadamente. Además, Balian de Ibelin, comandante de la resistencia, aporto el argumento definitivo, dijo que ya se había dicho a los soldados que se establecerían condiciones para la rendición, y si no se lograba destruirían todas la riquezas y posesiones y quemarían la mezquita de al-Aqsa, tras lo cual entregarían sus vidas. Así, tras llegar a un acuerdo razonable, la batalla cesó y nadie, cristiano, musulmán o judío, recibió más daño. Saladino dio un plazo de cuarenta días para evacuar la ciudad y pagar el rescate. El cual estipulaba que cada habitante debía pagar una cantidad y luego podía salir con algunas posesiones, pasados cuarenta días, los que no pagaron se convirtieron en esclavos. Pero hubo gente, como Enrique II de Inglaterra, que pagó el rescate de los que no podían hacerlo, en total se salvaron a más de siete mil personas. Además Saladino decidió liberar a mil esclavos ancianos y enfermos.            

 De este modo, en octubre de 1187 Saladino conquista Jerusalén. Estas noticias llegaron a Occidente tres semanas más tarde. El papa Urbano III murió del disgusto que le causó esta noticia.   

El fin de los estados cruzados

 

El condado de Edesa: Zangi Imad al-Din, señor de Mosul y de Alepo, deseaba expulsar a los cristianos de Tierra Santa. Decidió atacar su punto más: el condado de Edesa. Éste no tenía fronteras naturales, de modo que su defensa era complicada. El conde de Edesa, Joscelino, era consciente de su delicada posición y prueba de ello eran las alianzas que pactaba con los estados musulmanes vecinos. Su principal aliado era Kara Arslán, el príncipe de Diarbekir, con quien había acordado un trato que en caso de que uno de los estados sea atacado esté obligado el otro a acudir en su ayuda. Cuando en 1144 Zangi llevó sus ejércitos contra Kara Arslán, Joscelino se vio obligado a salir a apoyarle. Al tener noticia Zangi de esto, cambió el rumbo y se dirigió a Edesa. Inmediatamente puso sitio a la ciudad, que prácticamente no estaba defendida. Tras cuatro semanas logró llegar a la ciudadela. La ciudad cayó definitivamente el 24 de diciembre de 1144 ya que Joscelino no se atrevió a volver. Saruj, la segunda gran fortaleza de Edesa, también fue tomada por Zangi.

 Los condados de Antioquía y Trípoli: La conquista de Antioquía fue llevada a cabo por el sultán Baibars, con el que el condado tenía gran enemistad. Después de su intento fallido de tomar Acre en 1263, derrotó a los cruzados en las batallas de Arsuf, Athlith, Haifa, Safad, Jaffa, Ascalón y Caesarea. Tres años después derrotó al principal aliado de Antioquía, Armenia, a causa de esto el condado se debilitó mucho y, finalmente, en 1268 fue sometida a asedio por Baibars y cayó el 18 de mayo del mismo año. Toda la población que estaba allí fue asesinada o esclavizada y la ciudad fue arrasada.

El condado de Trípoli estaba muy ligado a Antioquía y después de su caída resistió un año más. Cayó en manos enemigas en 1289 por el sultán Mamluk Kalaún. Dio orden de destruir la ciudad y construyó una nueva más alejada de la costa.

 Bibliografía

Las cruzadas; Hindley, Geoffrey

Espasa, Historia Universal