Dpto. Religión

4º ESO

Curso 2007/08

AÑOS 1414-1418 /  CONCILIO DE CONSTANZA

 

                                                                                                                

Para muchos, la salvación de la Iglesia sólo podía venir del Emperador, que era el único con poder para convocar un concilio ecuménico en lugar del Papa. Segismundo, elegido rey de los romanos en 1410, soñaba con desempeñar esta función. Designó la ciudad de Constanza para que fuera el lugar de cita de la cristiandad el 1 de noviembre de 1414. Una vez reunida la asamblea, todo se puso a discusión: derechos del concilio, del Papa, del Emperador, organización de los escrutinios (individualmente o por «nación»), reforma de la Iglesia, etc.

Juan XXIII, el único de los tres Papas que estaba presente, se enemistó pronto con Segismundo y en vez de abdicar, huyó de noche disfrazado. Fue destituido, arrestado y hecho prisionero (29 mayo 1415).. En cuanto a Gregorio XII hizo leer un decreto de convocación del concilio de Constanza (cuya legitimidad confirmaba de esta manera) ante Segismundo y renunció al pontificado.

Benedicto XIII

Quedaba por convencer Benedicto XIII. Segismundo viajó a Perpiñán para encontrarse con él, pero no pudo vencer su intransigencia. Esto determinó a Castilla, a Navarra y, menos claramente, a Aragón a abandonarle y comparecer ante el concilio, en el cual estuvieron representadas desde entonces cinco naciones: la italiana, la francesa, la alemana, la inglesa y la española. Benedicto XIII fue, por fin, depuesto el 26 jul. 1417 como «cismático y hereje».

Entretanto, los Padres de Constanza estaban empeñados en la realización de la reforma de la Iglesia «en su cabeza y en sus miembros». Para conseguirlo habían proclamado de antemano la superioridad del concilio sobre el Papa y que la autoridad de la Iglesia no reposaba ni sobre el Papa ni sobre los cardenales, sino sobre la agregatio fidelium.

En el concilio también se censuraron los escritos de Wicklef, el proceso y la condenación de Juan Huss y de jerónimo de Praga. Se votaron cinco Decretos de reforma, del que sólo uno tenía una gran importancia: el Decreto Frequens, que imponía la celebración obligatoria del concilio cada 10 años.

Otón Colonna fue elegido Papa casi unánimemente y tomó el nombre de Martín V. Se abría la vía para restablecer la unidad en la Iglesia.

Sin embargo, seguían existiendo muchas dificultades: Benedicto XIII resistía aún en Peñíscola; la prometida reforma seguía pendiente; en fin, persistía en la Iglesia un espíritu de rebelión y libre examen.

Más o menos sostenido por el rey de Aragón y por el conde de Armagnac, Benedicto XIII permanecía irreductible. Después de su muerte fue elegido Gil Muñoz, que se hizo llamar Clemente VIII y no renunció a su pretendido pontificado hasta 1429; posteriormente fue nombrado obispo de Mallorca.

El deseo de reforma estaba en todos los espíritus y el concilio se preocupó de ella en 1418, pero para él se trataba sobre todo de reformar las prácticas de la Curia romana. Martín V negoció separadamente con cada nación y los concordatos que estableció con ellas dieron comienzo a una nueva política, pero aún quedaba mucho por hacer.

 Bibliografía

Gran Enciclopedia Rialp

Neuss, Wilhem; La Iglesia en al Edad Media.