Orígenes de la Inquisición

FINALIDAD DE LA INQUISICIÓN

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Como hemos dicho en el apartado anterior, la Inquisición se fundó en 1184, es decir, en la Edad Media. Es por ello necesario que nos adentremos en la Edad Media para entender la finalidad de este tribunal. Entender la finalidad no significa aprobarlo o admitirlo como una cosa buena. Nos parece que nadie debe ser juzgado por sus creencias -tampoco hoy en día-, pero el estudio de la sociedad de aquella época nos ayudará a entender que era lo que querían conseguir con la Inquisición.

La sociedad medieval era una amalgama, en la que la Iglesia y el Estado, la sociedad y los individuos, constituían una sola entidad Católica, que se conocía con el nombre de “Cristiandad”. A nosotros ahora nos puede parecer raro, pero en aquella época atacar la fe significaba atentar contra el Estado.

Por lo tanto, la finalidad de la Inquisición es, en última instancia, la defensa del Estado. Tanto es así, que quienes pedían al Papa la creación de tribunales de la Inquisición eran los propios reyes de los distintos países y de esa forma poder defenderse de los que atacaban la unida religiosa del reino.

Por ejemplo, según la la historiadora Beatriz Comella, el  primer tribunal inquisitorial para juzgar delitos de herejía nació por petición del emperador alemán Federico III Hohenstaufen que lo pidió al Papa Honorio III, con el fin de mejorar sus relaciones. El Papa lo fundó en 1220.

Concebir la Edad Media sin la Iglesia es imposible. En todos los hitos importantes de la Edad Media, la Iglesia tendrá un papel fundamental, ya sea en la zona romana (lo que sería la Europa actual) o su pars orientalis, es decir, Bizancio. La sociedad medieval se considera una proyección de la voluntad de Dios, por ello, resulta una tarea extremadamente ardua concebir la Edad Media sin la existencia de la Iglesia.