Causas del fracaso de las cruzadas
Los grandes esfuerzos de dos siglos, no habían logrado sus objetivos principales. A veces se censura a los papas por haber lanzado la cristiandad a esta desdichada política de guerra, dando prioridad a esta tarea sobre sus otras ocupaciones. No puede negarse que, de no haber sido por los papas, las cruzadas ni se hubieran emprendido ni se hubiesen continuado durante tanto tiempo. Lo único que se puede reprochar a los papas es no haber tomado en consideración todas las dificultades de esta empresa; pero lo mismo hicieron, todos los demás príncipes cristianos. Los papas atribuían a la gente una capacidad de idealismo que sólo poseían algunos individuos, pero nunca la mayoría. Si todos los cruzados hubieran sido como el primero o el último, Godofredo de Bouillon y san Luis, el resultado podría haber sido muy distinto. En la historia los fracasos hacen siempre muy mala impresión; pero ello no justifica que se dirijan a los papas reproches morales y se ponga en tela de juicio la limpieza de sus intenciones.
La mayor aportación de las cruzadas fue la creación de la idea de que existe una familia de pueblos occidentales, idea que acabó por imponerse a la antigua concepción del Imperio, ya atrasada. El emperador había sido el protector de la Iglesia; en el nuevo "concepto de la cristiandad" había también un pensamiento expansionista. El movimiento misional surgió de las cruzadas. La Orden teutónica, fundada durante el asedio de Acre, trasladó su actividad del modo más natural y consecuente desde Tierra Santa a la cristianización de las tierras aún paganas del nordeste de Europa. España, que tenía en su casa sus propias cruzadas y sus órdenes militares, pasó con la misma naturalidad de la Reconquista a la Conquista. Otra lección que en aquel tiempo se aprendió, es que la conquista de tierras para el reino de Cristo no puede efectuarse sólo con la espada. San Francisco ya en 1219 envió sus primeros misioneros a Marruecos. El español santo Domingo fundó su orden de maestros y predicadores en la atmósfera de la cruzada contra los albigenses. A otro gran santo, Ignacio de Loyola, que hizo de la idea misional un movimiento que arrastró a la Iglesia entera, sólo se le puede entender sabiendo hasta qué punto estaba vivo en él el viejo ideal de los cruzados. |