Dpto. Religión

1º Bachillerato

Curso 2010/11

El Primado de Pedro y del Papa

Javier Cornejo

   

 

 

Introducción

San Pedro

Primado de Pedro

Primado del Papa

Bibliografía

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Primado de Pedro

 

Jesucristo eligió a Pedro como primero entre los Apóstoles. Así lo atestigua el pasaje del Evangelio que recoge Mateo: "Jesús le respondió: Bienaventurado eres, Simón hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedará atado en los Cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra, quedará desatado en los Cielos". (Mt. 16, 17-19).

Con estas palabras Jesús realiza varias cosas: le cambia de nombre de Simón a Pedro, instituye la Iglesia y le nombra jefe de la Iglesia entregándole el poder de las llaves.

 Hoy en día el nombre no tiene mucho significado ya que no nos sentimos identificados por el mismo y lo que ello significa. En cambio, los judíos pensaban de distinta forma. En la tradición judía, el cambio de nombre implicaba un cambio en su relación con Dios. Para nosotros, occidentales a dos milenios de distancia, como no comprendemos la importancia que un nombre posee para los semitas, esto tiene muy poco sentido. Pero para el pequeño grupo de discípulos de Jesús proveniente del linaje de Abraham, el cambio de nombre era profundo y trascendental (también podemos observar cambios de nombres en otros personajes de la Biblia como Abraham o Sara (su esposa) y Jacob entre otros).

En el análisis que el cardenal Ratzinger realizó sobre el Primado de Pedro destaca la primacía de Pedro sobre los demás Apóstoles: "«Primero Simón, llamado Pedro» (Mt 10, 2). Con este significativo relieve de la primacía de Simón Pedro, san Mateo introduce en su Evangelio la lista de los doce Apóstoles, que también en los otros dos Evangelios sinópticos y en los Hechos comienza con el nombre de Simón (Cf. Mc 3, 16; Lc 6, 14; Hch 1, 13). Esta lista, dotada de gran fuerza testimonial, y otros pasajes evangélicos muestran con claridad y sencillez que el canon neotestamentario recogió las palabras de Cristo relativas a Pedro y a su papel en el grupo de los Doce. Por eso, ya en las primeras comunidades cristianas, como más tarde en toda la Iglesia, la imagen de Pedro quedó fijada como la del Apóstol que, a pesar de su debilidad humana, fue constituido expresamente por Cristo en el primer lugar entre los Doce y llamado a desempeñar en la Iglesia una función propia y específica. Es la roca sobre la que Cristo edificará su Iglesia (Cf. Mt 16, 18 ); es aquel cuya fe, una vez convertido, no fallará y confirmará a sus hermanos (Cf. Lc 22, 32), y, por último, es el Pastor que guiará a toda la comunidad de los discípulos del Señor (Cf. Jn 21, 15-17)". (Congregación para la Doctrina de la Fe titulado "El primado del sucesor de Pedro en el misterio de la Iglesia").

 

Basándose en los Evangelios, la Iglesia contempla en la figura, en la misión y en el ministerio de Pedro, en su presencia y en su muerte en Roma una profunda realidad: «Ubi Petrus, ibi ergo Ecclesia» (-donde está Pedro, está la Iglesia-. San Ambrosio de Milán). La Iglesia, desde su inicio ha comprendido que, de la misma manera que existe la sucesión de los Apóstoles en el ministerio de los Obispos, así también el ministerio de la unidad, encomendado a Pedro, pertenece a la estructura perenne de la Iglesia de Cristo y que esta sucesión está fijada en la sede de su martirio.

Por todo esto la Iglesia católica enseña, como doctrina de fe, que el Obispo de Roma es Sucesor de Pedro en su servicio primacial en la Iglesia universal; esta sucesión explica la preeminencia de la Iglesia de Roma, enriquecida también con la predicación y el martirio de san Pablo.

 

Algunos ejemplos de la primacía de Pedro en el Evangelio

Pedro ocupa un lugar especial en la primera formulación del Credo. Allí, San Pablo advierte que a quien primero se apareció Jesús fue a ese apóstol: "En primer lugar les he transmitido esto, tal como yo mismo lo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras;  que fue sepultado; que resucitó al tercer día, también según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los Doce." (1 Co 15, 3-5)

En el capítulo 16 de San Marcos, el Ángel que las mujeres se encuentran en el sepulcro vacío les dice que Jesús ha resucitado y a continuación les ordena que le cuenten a los discípulos pero especialmente a Pedro: "Entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron asustadas. El les dice: No tengáis miedo; buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo colocaron. Pero marchad, decid a sus discípulos y a Pedro que él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os dijo". (Mc 16, 5-7).

En el evangelio de San Juan, María Magdalena va donde Pedro y Juan para contarles que no ha encontrado a Jesús en el sepulcro. Los dos apóstoles corren al sepulcro. Juan, más joven, llega primero, pero no entra sino que espera a Pedro, quien entra primero (Jn 20, 1-8).